¡Cuántas veces no habremos dicho eso de una cosa llevó a la otra! Esta entrada también es fruto de la correlación. Estaba consultando el último informe de la Japan Online Game Association cuando caí en la cuenta de lo que vengo a relatar.
Semejantes cifras impactan cual cubo de agua fría y le hacen a uno reparar en cómo las modalidades multijugador están cambiando para siempre las rutinas clásicas de juego, suprimiéndolas incluso.
Según la JOGA, los ingresos por juego online en el país crecieron un 3% el pasado año, superando los1.680 millones de dólares. Éstos se reparten a razón de 372 millones en software físico y 1.310 millones por microtransacciones. Si hablamos de juegos sociales la cifra asciende a unos impresionantes 2.980 millones de dólares.
¿Qué nos dicen estos números? Lo mismo que sus homónimos europeos o americanos, que la industria del videojuego ha pasado de servirse del online cual complemento a focalizarse en él como esencia del gameplay.
Que sí, que el juego por Internet es ya un viejo conocido, pero quiero referirme a todos esos títulos de consola, eminentemente multijugador, que proliferan a expensas de aquellas extensas campañas para un jugador, en las que uno se imbuía horas y horas.
Cualquier shooter subjetivo (sin duda uno de los géneros más populares en los últimos años) se desarrolla con su modalidad online como piedra angular. Los modos en solitario se convierten así en meros entrenamientos de no más de seis horas, que atravesar con garantía de desenvoltura una vez nos enfrentemos con el japonés o americano de turno en esas campales batallas multijugador.
Al final, aquellos que echamos de menos el intimismo de la experiencia individual, nos encontramos pagando una media de $60€ por juegos que no llegan a durar el suspiro. ¿Nos conformamos entonces con un buen RPG de 80 horas? No tenemos por qué, shooters como Deus Ex: Human Revolution demostrarán que todavía es posible seguir disfrutar de un buen juego de disparos incluso desconectados.
Pero claro, el dinero manda. Las editoras reclaman aquello que ahora mismo amasa más fortunas y ésto no es sino el juego en red, los modelos Free2Play donde disparar a matar sin más chicha de por medio. Enumerad si no el gran número de franquicias que en los últimos meses han abrazado el juego online gratuito: Team Frotress 2, Tom Clancy’s Ghost Recon Online, Champions Online: Free for All…
Se pregunta uno si esta tendencia a la interconexión jugable no matará a la narrativa, que por suerte aún perdura en recientes excepciones como L.A. Noire, una muestra de que existe mercado para productos más pausados e introspectivos.
¿Cuestión de asociabilidad? No, más bien de equilibrio. Si el sector del videojuego culmina en una marabunta de juegos gratuitos, simples, online, seremos muchos quienes echemos de menos aquellas tradicionales sesiones en que sólo éramos nosotros contra una IA, aspecto éste que debería empezar a revisionarse a la mayor brevedad posible.
Una evolución técnica no sirve de nada si no se evoluciona convenientemente la credibilidad de nuestros compañeros virtuales, inteligencias artificiales que aún con sus rudimentarias formas han conseguido emocionarnos más de una vez durante estos años. Dicen los expertos precisamente, que éste será el campo en que mayores avances van a producirse de cara a la próxima generación de sistemas.
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