De acuerdo a la prensa, los responsables forman parte de una red de cazadores furtivos que matan a los animales para luego traficar el marfil, cuya demanda en los últimos años ascendió a niveles estratosféricos, en especial por parte de compradores del continente asiático, no sólo para emplearlo en la construcción de objetos de lujo, sino porque allí se cree que la materia blanca posee propiedades medicinales.
A pesar de los múltiples informes en la prensa que alerta de esta situación, las autoridades todavía no han comentado la matanza, lo que ha generado críticas por parte de las ONG internacionales.
La población de paquidermos en el Parque Bouba N’djida está calculada en 400, y los locales temen que si continúa la masacre a este ritmo, en unos días podrían ser aniquilados la totalidad de los elefantes en la reserva.
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